Con el tema de la mujer como “leivmotiv” principal, esta escultora irrumpe en el mercado artístico nacional con una obra de cierto carácter reivindicativo, realmente original.
Hay varias razones que hacen de sus piezas un fenómeno singular.
La primera es el carácter de los personajes. La obra de Mer demuestra un carácter que se refleja en la potencia de las formas, en lo rotundo de los rasgos, en la fuerza de los volúmenes y en la jerarquización de valores en partes concretas del cuerpo.
La segunda es el respeto por el detalle y las formas del cuerpo humano. Mer crea sus personajes en primer lugar sobre la base de un respeto minucioso a la forma natural, al músculo. Sus modelos son seres reales, mujeres que cultivan su cuerpo con el yoga y la danza contemporánea. Son cuerpos muy estructurados, en los que se nota que cada parte nace de un todo, como algo natural, no como un añadido. Y luego, una vez estructurado, una vez lograda la forma perfecta, Mer se permite darle un carácter propio de una personalidad que nace de sus propios instintos formales.
La tercera, es que todas las esculturas, incluso las de dos metros, han sido modeladas a tamaño natural, a tamaño real.